lunes, 5 de septiembre de 2011

Visiones



LA PLAYA

Una playa… ¿jamaicana? Es igual, mientras sea de una isla del Caribe y haya muchas palmeras. Estoy sola en la playa, tumbada sobre la toalla y bajo una palmera, para que el sol de la tarde no me moleste. Llevo el pelo recogido. ¿Dije recogido? ¡Si nunca lo llevo así! Pero, por lo visto, en esta ocasión lo llevo recogido en una coleta, trenzas incluidas. De repente, mientras observo el mar desde mi vegetal escondrijo, oigo música tras las palmeras. Parece música de Bob Marley, y que celebran una fiesta. Desearía ir, pero se está tan a gustito tumbada bajo la palmera, con la brisa marina… De repente, siento algo. En esa playa falta algo. Y también sien
to deseos de encontrarme con la gente de la fiesta, la gente que se divierte… Pero algo me impide levantarme, quizá la vergüenza por encontrarme con gente desconocida o el que me manden al carajo…



De repente, se para la música. Despierto. Debió de ser un sueño, pues aparecí sentada en el suelo de mi habitación y el ordenador entre las piernas.


LA BÚSQUEDA

Valencia, un sábado de septiembre en el que hace bastante mal tiempo. Estoy en una callecita del centro, vestida con vaqueros, una chaqueta negra y un palestino rojo (

alguna vez más que he ido vestida de esta guisa alguna señora mayor me miraba como si fuera delincuente), quieta, en medio del gentío que se mueve comprando, charlando… Me siento extasiada. He de admitir que me gustan los cielos encapotados y disimularme entre la gente. Para eso nací en Valencia y viví en Madrid. De vez en cuando necesito ese movimiento, y la verdad es que me siento muy cómoda en este momento, hasta que un chico me gritó:

-¡Hey! – dijo mientras se acercaba a mí - ¡Te he buscado por toda la ciudad, te escondes muy bien!

Y le seguí sonriendo, ya que también me sentía bien con mi amigo, pero apenada porque abandonaba “mi ambiente”.

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