Pero las heridas psicológicas siguen abiertas. El recuerdo del sufrimiento sigue en mi corazón. Llámame cobarde, pero el dolor aún sigue bajo mi piel, y retorna a mi mente torturándome cada vez que veo gente como la que me hizo aquello. Sigo enfrascada en mi lectura, una de Nietzsche. Se sienta un chico a mi lado. Me levanto y me largo. ¿Cobarde? Sí. Pero ese chico podría ser de los que me clavaron dagas en el pasado.
2 comentarios:
Muy interesante. Cortito pero intenso. Me gusta muchísimo. =) ^^ ¿Alguna vez has pensado en escribir filosofía?
Gracias por tu comentario, tío.
No, nunca me planteé´esribir filosofía, no me veo nacida para ello, ya sabes de mi experiencia con Nietzsche.
Publicar un comentario